AJ Styles vs John Cena: ¿De qué trata en realidad el wrestling?

Aunque cuatro de los cinco combates de la cartelera de Crown Jewel en Australia han recibido buenas críticas por parte de los fans, hay uno que ha opacado por completo a los demás y se ha llevado todo el foco del evento. John Cena vs AJ Styles está en boca de todos porque ha sido más que un combate de wrestling, ha sido un momento histórico capaz de emocionar a todo aquel que lo ha visto.

Cualquiera que esté un poco alejado del mundo del wrestling, por mucho que conozca a estas dos superestrellas, se preguntará cómo es posible que dos luchadores de cuarenta y ocho años hayan sido capaces de sacar adelante un combate tan memorable como para que no se esté hablando de otra cosa. ¿De verdad fue un combate tan bueno como hemos percibido o nos habla la nostalgia y la emoción?

El wrestling como arte

A veces es normal que perdamos la perspectiva de qué es el wrestling en realidad; tenemos tan interiorizado qué debería ser un buen combate según los cánones actuales que hemos perdido de vista el fondo de todo. Sobre todo en el wrestling moderno, se premia la capacidad atlética y habilidad de los luchadores para aplicar cuantos más movimientos mejor, haciendo gala de una agilidad y resistencia propia de verdaderos atletas.

Sin embargo, esto no siempre ha sido así. Al principio, los wrestlers eran luchadores grandes y fuertes, casi gladiadores, que se veían las caras en un ring para salir vencedor. La historia era sencilla: el héroe contra el villano. Como toda disciplina, ha ido evolucionando y se ha ramificado tanto que tenemos casi tantos estilos como forma de ver este deporte-espectáculo, en cambio, la base sigue siendo la misma.

No olvidemos que la visión que tenemos ahora del wrestling es diferente a la que había en sus inicios. Tenemos constancia del kayfabe solo desde el año 1989, desde que Vince McMahon reconoció que el wrestling profesional no es un deporte competitivo, sino un espectáculo guionizado. Irónicamente, la evolución de este deporte espectáculo ha tomado, en muchas ramas, tintes más atléticos que dramáticos, y esto a veces nos hace perder la perspectiva de que, pese a las cualidades físicas que precisan los que lo practican, los luchadores son más artistas que deportistas.

Así se veía el wrestling cuando no se sabía que estaba guionizado.

Las historias sobre el atletismo

Aunque no habría que menospreciar las cualidades atléticas de los wrestlers —sus exigencias físicas son reales y necesitan un entrenamiento muy duro—, su labor, gran parte del tiempo, es ser actores, especialistas de acción si lo queremos ver así, que no solo tienen que simular un combate, sino narrarnos una historia a través de él.

A veces tendemos a pensar que las historias son aquello que preceden y justifican los combates. Y esto es así, para que las luchas tengan sentido y un atractivo extra, se necesita una historia previa, una rivalidad que muestre por qué dos luchadores quieren combatir uno contra el otro, incluso cuando hay un título de por medio, donde se supone que el enfrentamiento ya está justificado. La naturaleza del wrestling exige una narrativa, un drama, para que estemos pegados a la pantalla y queramos saber qué sucederá en el próximo episodio. Pero el momento del combate no es externo a la historia, sino parte de ella. A veces es la culminación de la historia, pero en otras ocasiones —en la mayoría de hecho— los enfrentamientos se repiten a lo largo de toda la rivalidad hasta que esta culmina en un último acto. Como parte de la historia, estas luchas también tienen que estar bañadas en una narrativa, y esto distingue a los grandes atletas de los que de verdad son luchadores excepcionales.

Hay estilos para todos los gustos

Lo que acabo de explicar no responde a una única forma de entender el wrestling. Hoy en día, como decía, este deporte-espectáculo está tan diversificado que hay tantos estilos como formas de disfrutar el wrestling. Países como México y Japón tienen estilos muy definidos con públicos muy fieles, pero incluso dentro de un mismo país existen diferentes variedades y muchos tipos de fans capaces de disfrutarlo de forma distinta.

Con esto quiero decir que, por mucho que me guste hablar de la narrativa tras los combates, existen personas que disfrutan de las exhibiciones atléticas con movimientos muy variados y grandes cantidades de finales falsos. Esto no está mal, es solo otra forma de disfrutarlo. Aunque el gran público está acostumbrado a un producto diferente: el que capitaliza WWE.

La emoción como hilo conductor

Cualquiera que vea un combate entre dos grandes atletas puede quedar maravillado por lo que hacen, de verdad es de admirar que dos o más luchadores sean capaces de aguantar combates muy largos con un rendimiento tan alto. Sin embargo, lo que queda en la retina del espectador, en la mayoría de los casos, es la emoción que transmiten. Creo que todos recordamos el mítico «I’m sorry, i love you» de Shawn Michaels a Ric Flair en Wrestlemania 24, aunque podamos no recordar cómo transcurrió gran parte del combate. Esta es la magia del wrestling.

Los combates frenéticos con grandes secuencias suelen gustar, pero no tienden a quedar para el recuerdo como joyas de la industria. Las emociones, por otro lado, sí. No es de extrañar, las personas somos seres emocionales por naturaleza, es a través de estas desde donde es fácil manipularnos, por lo que es lógico que un producto de entretenimiento las utilice para captar nuestra atención y mantenernos pegados a la pantalla. Será a través de la capacidad para emocionarnos desde donde nos cautiven y nos entreguen momentos que recordaremos toda nuestra vida.

Shawn Michaels pronuncia las famosas palabras «I’m sorry, i love you» justo antes de acabar con la carrera de Ric Flair.

AJ Styles y John Cena tuvieron éxito porque supieron emocionar

El motivo por el que los fans de todo el mundo no pueden parar de hablar de este combate es porque estas dos leyendas del wrestling —junto al equipo que se encargase de producir la lucha— dieron con la tecla para emocionar a los fans, y ahí radica el éxito de su combate.

Si analizamos el transcurso del enfrentamiento, hallaremos poco que tenga que ver con una lucha corriente, donde los contendientes apliquen sus ofensivas para tratar de llevarse la victoria. Esto va trasciende el combate convencional. Lo que hicieron AJ Styles y John Cena fue un homenaje a la industria del wrestling, cada uno desde su posición.

Cada movimiento donde John Cena cogía prestado el remate de uno de sus antiguos rivales: The Miz, Chris Jericho, Randy Orton, Bray Wyatt —el público amó este bonito homenaje—, The Undertaker o aquel 619 improvisado a petición del público que acabó siendo interrumpido; la respuesta de AJ Styles homenajeando sus antiguos compañeros de TNA: Samoa Joe, Sting, Christopher Daniels y Frankie Kazarian, significaba mucho más que un mero fanservice para el deleite del público. John Cena y AJ Styles estaban luchando uno contra el otro por última vez representando lo que fueron desde 2005 y durante los próximos años: las caras de WWE y TNA respectivamente. AJ Styles llevaba el atuendo que lucía en TNA, incluso se le dio la sorpresa de presentarlo como tal —además de mencionar el Bullet Club.

El público de Perth, emocionado, enciende las luciérnagas después de que John Cena utilice la Sister Abigail en homenaje a Bray Wyatt.

Lo que hicieron estos dos hombres en un enfrentamiento tan poco corriente fue homenajear sus propias carreras y las de aquellos que los acompañaron en sus respectivos caminos, construyendo las leyendas que son hoy en día. Lo que superficialmente se puede percibir como un fanservice lleno de guiños no es más que dos veteranos del ring poniendo sobre la mesa lo que han significado sus carreras y dejar un retazo de historia que pudimos vivir en directo.

Así es como dos de los más grandes de la historia han sido capaces de darnos un gran combate, no porque estuviera lleno de movimientos impactantes que hacían levantarse al público de sus asientos, sino porque cada movimiento estaba cargado de historia y de emoción. Porque, en el momento y lugar adecuados, dos grandes artistas pueden hacer de un combate de wrestling una obra de arte que quede para el recuerdo el resto de la historia.

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